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¿Cómo empezó todo?

Para contar los inicios de Vacas Felices, hay que empezar con la historia de María Isabel, ya que sin ella nada habría sido posible. Habiendo pasado toda su niñez en contacto directo con la naturaleza, ha desenvuelto profundo amor y respeto por la Madre Tierra, algo que se sigue fortaleciendo hasta hoy. No es una sorpresa que tenga decidido dedicarse a ella, estudiando agronomía en la Universidad Nacional Agraria La Molina, donde profesionalizó su relación con el campo y los animales. Todavía, su experiencia académica no fue tan romántica como imaginaba: su interés y dedicación por procesos agronómicos ecológicos y naturales no fue bien recibida en la época, ya que nadie creía en su eficiencia o en la posibilidad de generar ganancias suficientes. María Isabel ha encontrado muchos obstáculos y dificultades en sus tentativas de iniciar proyectos e investigaciones en la producción agroecológica, siempre perseverando en ella.
Como regalo del destino, el ingeniero Juan Miguel Zapater Roviera cruzó su camino. Como la única persona que compartía los mismos valores que ella y con fuerte interés en ayudar, Juan Miguel se tornó el maestro y guía de su carrera y de su vida personal, inspirándole a dedicar su vida a la agroecología, buscando su título de ingeniera agrónoma en 1990. Sus dificultades no cesarían, todavía. En esta época, la agricultura de producción responsable no era valorizada y, a diferencia de sus colegas de universidad, María Isabel no ha recibido ningún tipo de apoyo material, financiero, ni moral para el funcionamiento de sus proyectos, siendo muchas veces forzada a interrumpirlos. Todavía, la naturaleza y su fuerza infinita nunca fueron para María Isabel un negocio, y sí la única fuente de toda la energía vital del universo, así que nunca ha considerado desistir de su filosofía de vida enfocada en el cuidado de la vida en todos sus niveles. En 1997, con mucho esfuerzo y dedicación, adquirió sus primeras vaquitas felices, empezando así la producción artesanal de productos lácteos en pequeña escala. Con el tiempo, la necesidad de ampliación de sus procesos se mostró evidente, hasta que, en el 2002, nació el nombre Vacas Felices. Necesitando cada vez más leche y sin ninguna intención de industrializar sus procesos de crianza de ganado bovino, en el 2008 migró del último reducto verde de Chorrillos a la comunidad de Ayas para integrar a nuevos ganaderos de la comunidad que compartian sus mismos principios de crianza. Creando así una cooperación con ganaderos de la sierra de Lima que aún sigue creciendo. Hoy, Vacas Felices se concentra sólo en la producción y distribución de productos lácteos de producción responsable, delegando la ganadería de leche a miembros de las comunidades Ayas, Collana y Marachanca. La empresa cuenta con 35 familias ganaderas, conociendo a todos, sus familias y animales personalmente y participando de su desarrollo junto a la empresa. Tenemos mucho orgullo no sólo de producir productos ricos y saludables, sino en saber que estamos contribuyendo activamente para la promoción de un ambiente natural fuerte, sostenible y cargado de nutrientes, así como la soberanía económica y alimentaria de las familias de ganaderos de nuestras comunidades. Y todo esto es posible porque tenemos clientes como usted, que comprenden y apoyan nuestros principios, tornando su alimentación y consumo diario en una herramienta de desarrollo natural y social. Contra todas las expectativas, el sueño de María Isabel se está haciendo realidad. ¡Muchas gracias por existir y colaborar!